PALABRAS ALUSIVAS AL DÍA
DEL BOYACENSISMO
Por: Doris Yaneth Florián
Florián
Coordinadora Convivencia
Estamos congregados en este lugar, dando
cumplimiento a la ordenanza 023 del 09 de septiembre de 2009, de la Asamblea de
Boyacá, que declara día cívico el 02 de octubre de cada año, para conmemorar el
aniversario de creación del departamento y rescatar la identidad boyacense y el
sentido de pertenencia por nuestra tierra.
Qué ocasión más propicia para rendir un sentido
homenaje al departamento donde se gestara la libertad de Colombia; a esa raza
pujante, aguerrida y laboriosa que hace, casi 200 años, sacrificara a sus hijos
para poner fin a la guerra emancipadora; a esos verdes e imponentes paisajes
que aquel 07 de agosto de 1819, convertidos en campo de batalla, se tiñeran de
rojo, para que brillara, luego, en sus entrañas el sol de la esperanza, el más
caro y anhelado sueño: la libertad; hoy le rendimos homenaje al orgullo de
América; hoy le rendimos homenaje a nuestra
querida Boyacá.
Boyacá, además de ser una cantera del habla arcaica
popular colombiana, es una bella región nativa-hispana de austeros y discretos
hidalgos, que debe su nombre a los chibchas, quienes en su lengua así la
denominaban, y que significa "cercado de las mantas"
El sacerdote y cronista español Juan de Castellanos
aludía en uno de sus escritos coloniales, refiriéndose a Boyacá, lo siguiente:
“tierra buena, tierra buena, tierra que pone fin a nuestra pena, tierra para
hacer perpetua casa, tierra con abundancia de comida, tierra de grandes
pueblos, tierra donde se ve gente vestida, y a sus tiempos no sabe mal la
brasa; tierra de bendición, clara y serena, tierra que pone fin a nuestra pena”
Cómo no sentirnos inmensamente orgullosos de ser
boyacenses, de una tierra que, a grandes rasgos, representa la persistencia del
sentimiento mágico-religioso, unido a la devoción católica; una tierra de
gentes introvertidas y extrovertidas, tradicionalistas, fiesteras, laboriosas,
emprendedoras, aventureras, sencillas, honestas, hospitalarias, leales,
aguerridas, decididas e inteligentes, amigas de la igualdad y la justicia y con
un gran sentido de pertenencia por su tierra.
El prosista lírico boyacense, Eduardo Torres
Quintero, consciente de la tradición, la riqueza y cultura boyacenses, hace
muchos años escribió "El Espíritu de la Tierra", una pieza literaria
de la cual me permito transcribir este hermoso fragmento:
"Se equivocaría quien viniese a conocer con la
escondida esperanza de encontrar tesoros como los que adornaban las tumbas
faraónicas o las que enriquecen los museos de Europa, en donde civilizaciones
milenarias narran sus avatares; pero en este caso, lo que vamos a mirar aquí,
en Boyacá, es sencillo, es ingenuo, imperfecto y también a veces primorosamente
sugestivo. La arcilla terrícola, el tiesto moreno y endurecido que energiza su
maleable naturaleza en hornos y fogones, sin más lujos que sus tizones y sus
brasas. Allí, nombrándose con voces atávicas de sonora raigambre indígena,
están la múcura y el chorote; el tiesto de las arepas; la cazuela que evoca las
delicias de una mazamorra campesina. El chusque paramuno, la cañabrava de
follaje en verde y en gris, y como para que la mano femenina muestre las
filigranas que saben y cantan el romance de la delicadez y la ternura, están
los cestos y las canastillas en miniatura, quizás tejidos lentamente mientras
algún tiple enamorado, musicaliza la intención de unas coplas rutilantes como
el plumaje de los pájaros”
Y como éstos, muchos escritores han dedicado lo más
excelso de sus plumas a exaltar a nuestra querida Boyacá, responsabilidad ésta
que nos asiste a todos, como hijos de esta noble tierra; sentirnos gozosos de
llevar el título de boyacenses es enaltecer nuestra patria chica; obrar con
justicia, ética y responsabilidad, es también honrar nuestra tierra, nuestra
raza; y es nuestro deber transmitir, a las nuevas generaciones, los valores
regionales y las tradiciones culturales, la importancia de rescatar la
identidad boyacense e inculcarles el
amor por el arraigo a la tierra, para que
puedan decir con el pecho henchido de orgullo, soy boyacense, soy de
Boyacá, la tierra de la ruana, de las esmeraldas y del su mercé.
Que nuestro corazón se enardezca y nuestros labios
sonrían al pronunciar con alegría la frase que nos identifica: somos boyacenses, somos de Boyacá, la cuna de
la libertad.
¡Feliz día para todos!