miércoles, 6 de noviembre de 2019

LA DISCIPLINA Y EL ORDEN EN EL AULA DE CLASES


LA DISCIPLINA Y EL ORDEN EN EL AULA DE CLASES
Por:  Mag. Doris Yaneth Florián Florián
Coordinadora de Convivencia

El aula de clases no es sólo un lugar donde se transmiten enseñanzas y se desarrollan determinados aprendizajes, sino que es el escenario más propicio y oportuno para promover la práctica de los valores humanos en los educandos.
El éxito y la calidad de una Institución Educativa depende en gran medida de cómo se dirigen y enfocan las clases, de las condiciones de orden, disciplina y trabajo en que se desarrollan, pero, sobre todo, de la capacidad de los docentes para estimular el esfuerzo de los estudiantes.
No cabe duda que el éxito de un docente dentro del aula de clases depende de dos factores fundamentales: la autoridad y la responsabilidad para conducir con acierto a sus estudiantes. La autoridad es más una conquista que el profesor debe realizar por su capacidad, dedicación, cumplimiento, responsabilidad, ejemplo, coherencia y madurez mostradas en su trato diario con los alumnos, que una concesión convenida, obtenida en virtud de una titulación académica; la autoridad verdadera deriva de “Educar con el ejemplo
La principal fuente de recursos del profesor, la más provechosa, está en él mismo, en su propia responsabilidad. Bajo este principio, el profesor tiene autoridad como consecuencia natural de su madurez intelectual y humana, del respeto que le proporciona su conducta ejemplar y del liderazgo que ejerce sobre los alumnos.
Un docente bien preparado suele ser aceptado –y muchas veces admirado– por los estudiantes; un docente irresponsable, que improvisa sus clases, llega tarde a ellas y no establece el orden y la disciplina en el aula, es aceptado por una minoría, y esa minoría es aquella que comulga con el desorden y la desidia, no así con los estudiantes que tienen clara su misión y que esperan de su Docente la mejor disposición y entrega a su labor.
Es por ello que un Docente, en primer lugar, ha de conocer bien su materia y esforzarse por ampliar y actualizar sus conocimientos: debe saber; pero no basta con saber, el profesor necesita también dominar los recursos didácticos para transmitir de un modo claro sus enseñanzas, debe explicar bien y hacerse entender por los alumnos. Necesita, por último, preparar cuidadosamente sus clases con el fin de presentar su asignatura en función de objetivos valiosos y de actividades interesantes, con técnicas adecuadas, capaces de atraer la atención de los estudiantes y de estimular su interés hacia trabajos útiles para su aprendizaje y formación. Las improvisaciones suelen ser muy negativas e impropias de una tarea de tanta responsabilidad.
Un Docente educa sobre todo con el testimonio de su vida personal más que con la palabra misma. Es preciso actuar con responsabilidad y ser consecuente con los principios educativos de la Institución, tanto a la hora de vivirlos, dentro y fuera del recinto escolar, como a la hora de exigir que se vivan. Si exigimos puntualidad, debemos ser puntuales, si exigimos respeto, debemos respetar, si exigimos que nos escuchen, debemos escuchar.
Los estudiantes, por lo general, participan de la misma idea y agradecen que su profesor sepa establecer orden en la clase y que, actuando con serenidad y equilibrio, sepa resolver las situaciones difíciles que la convivencia escolar ofrece, lo que significa, hacer un paréntesis en la clase para dar respuesta a las quejas de los estudiantes, adelantar el respectivo diálogo formativo y, si es necesario, aplicar los correctivos, conforme a lo contemplado en el Manual de Convivencia Escolar. Cuando un Docente evade esta responsabilidad, haciendo caso omiso a las quejas y denuncias de los estudiantes, mandándolos callar o diciéndoles que no molesten, genera inseguridad y frustración en los chicos, al notar que su Profesor pierde con facilidad el control y el dominio que se le debe suponer por su edad y experiencia, y es entonces cuando deciden hacer justicia por cuenta propia, desencadenando en problemas de mayor complejidad, los que pudieron evitarse con un simple diálogo. Es de anotar que los problemas relacionados con el orden y la disciplina van asociados, con mucha frecuencia, a los Docentes que improvisan y que no se muestran a la debida altura profesional.
La misión que ha sido encomendada a las Instituciones Educativas se llama Formación Integral, y es nuestro deber como Docentes responder a ella con altura y profesionalismo, sabiendo que en nuestras manos se cuece esa arcilla que será el futuro de nuestro país.