LA
DISCIPLINA Y EL ORDEN EN EL AULA DE CLASES
Por:
Mag. Doris Yaneth Florián Florián
Coordinadora de Convivencia
El aula de clases no es
sólo un lugar donde se transmiten enseñanzas y se desarrollan determinados aprendizajes,
sino que es el escenario más propicio y oportuno para promover la práctica de
los valores humanos en los educandos.
El éxito y la calidad
de una Institución Educativa depende en gran medida de cómo se dirigen y
enfocan las clases, de las condiciones de orden, disciplina y trabajo en que se
desarrollan, pero, sobre todo, de la capacidad de los docentes para estimular
el esfuerzo de los estudiantes.
No cabe duda que el
éxito de un docente dentro del aula de clases depende de dos factores
fundamentales: la autoridad y la responsabilidad para conducir con acierto a
sus estudiantes. La autoridad es más una conquista que el profesor debe
realizar por su capacidad, dedicación, cumplimiento, responsabilidad, ejemplo,
coherencia y madurez mostradas en su trato diario con los alumnos, que una
concesión convenida, obtenida en virtud de una titulación académica; la
autoridad verdadera deriva de “Educar con el ejemplo”
La principal fuente de
recursos del profesor, la más provechosa, está en él mismo, en su propia
responsabilidad. Bajo este principio, el profesor tiene autoridad como
consecuencia natural de su madurez intelectual y humana, del respeto que le
proporciona su conducta ejemplar y del liderazgo que ejerce sobre los alumnos.
Un docente bien
preparado suele ser aceptado –y muchas veces admirado– por los estudiantes; un
docente irresponsable, que improvisa sus clases, llega tarde a ellas y no
establece el orden y la disciplina en el aula, es aceptado por una minoría,
y
esa minoría es aquella que comulga con el desorden y la desidia, no así con los
estudiantes que tienen clara su misión y que esperan de su Docente la mejor
disposición y entrega a su labor.
Es por ello que un
Docente, en primer lugar, ha de conocer bien su materia y esforzarse por
ampliar y actualizar sus conocimientos: debe saber; pero no basta con saber,
el profesor necesita también dominar los recursos didácticos para transmitir de
un modo claro sus enseñanzas, debe explicar bien y hacerse entender por los
alumnos. Necesita, por último, preparar cuidadosamente sus clases
con el fin de presentar su asignatura en función de objetivos valiosos y de
actividades interesantes, con técnicas adecuadas, capaces de atraer la atención
de los estudiantes y de estimular su interés hacia trabajos útiles para su
aprendizaje y formación. Las improvisaciones suelen ser muy negativas
e impropias de una tarea de tanta responsabilidad.
Un Docente educa sobre
todo con el testimonio de su vida personal más que con la palabra misma. Es
preciso actuar con responsabilidad y ser consecuente con los principios
educativos de la Institución, tanto a la hora de vivirlos, dentro y fuera del
recinto escolar, como a la hora de exigir que se vivan. Si exigimos puntualidad,
debemos ser puntuales, si exigimos respeto, debemos respetar, si exigimos que
nos escuchen, debemos escuchar.
Los estudiantes, por lo
general, participan de la misma idea y agradecen que su profesor sepa
establecer orden en la clase y que, actuando con serenidad y equilibrio, sepa
resolver las situaciones difíciles que la convivencia escolar ofrece, lo que
significa, hacer un paréntesis en la clase para dar respuesta a las quejas de
los estudiantes, adelantar el respectivo diálogo formativo y, si es necesario,
aplicar los correctivos, conforme a lo contemplado en el Manual de Convivencia
Escolar. Cuando un Docente evade esta responsabilidad, haciendo caso omiso a
las quejas y denuncias de los estudiantes, mandándolos callar o diciéndoles que
no molesten, genera inseguridad y frustración en los chicos, al notar que su
Profesor pierde con facilidad el control y el dominio que se le debe suponer
por su edad y experiencia, y es entonces cuando deciden hacer justicia por
cuenta propia, desencadenando en problemas de mayor complejidad, los que
pudieron evitarse con un simple diálogo. Es de anotar que los problemas
relacionados con el orden y la disciplina van asociados, con mucha frecuencia,
a los Docentes que improvisan y que no se muestran a la debida altura
profesional.
La misión que ha sido
encomendada a las Instituciones Educativas se llama Formación Integral, y es
nuestro deber como Docentes responder a ella con altura y profesionalismo,
sabiendo que en nuestras manos se cuece esa arcilla que será el futuro de
nuestro país.