miércoles, 6 de noviembre de 2019

UNA MIRADA REFLEXIVA EN TORNO A LA EVALUACIÓN ESCOLAR


UNA MIRADA REFLEXIVA EN TORNO A LA EVALUACIÓN ESCOLAR
POR: Mag. Doris Yaneth Florián Florián
Coordinadora de Convivencia

La evaluación escolar como práctica inherente a los procesos educativos implica una reflexión profunda sobre su verdadero propósito, así como sobre los niveles de participación que han de tener los que en ella intervienen.

Se trata de reconocer la evaluación como una práctica pedagógica y democrática orientada a promover el pensamiento crítico, la reflexión individual y colectiva, mediante procesos de participación activa, cuyo principal propósito ha de ser generar cambios y transformaciones encaminadas al mejoramiento donde, luego de un proceso evaluativo, al estudiante le han de quedar claros, tanto sus aciertos como sus falencias, siendo estas últimas objeto de superación por parte del estudiante, con la respectiva retroalimentación de su docente.

Al pensar en la evaluación como una práctica pedagógica, se posibilita la participación, no sólo de los estudiantes sino también de la familia, quien ha de estar involucrada en los procesos de formación de sus hijos. Implica, además, escuchar opiniones, concertar soluciones y estrategias de mejoramiento, donde el estudiante y el padre de familia puedan aclarar sin temor sus dudas, realizar preguntas y, por qué no, proponer alternativas de solución.

Es importante dejar de lado el pensamiento que se tiene sobre la evaluación como un acto represivo que controla y encasilla el pensamiento del estudiante, cuyo único propósito es sacar una nota, y cuyos resultados son catastróficos: más del 50% de reprobación por grado, y en ocasiones, hasta el 90%. Un alto porcentaje de estudiantes reprueban, y en la mayoría de los casos no se indaga dónde están sus dificultades, como tampoco se buscan las estrategias para remediarlas. Usualmente, lo que se hace es informarles que van muy mal y que reprobaron la asignatura.

Al final de un período académico muchos estudiantes y sus familias reciben la noticia de que van muy mal en varias asignaturas, que si no estudian tendrán que repetir el grado, y en el peor de los casos, que lo mejor es “hacer las cuentas y retirarlo del colegio”, pero no siempre se puede identificar qué pasa con esos estudiantes, qué dificultades tienen, en qué son buenos, dónde están sus fortalezas.

Se trata, entonces, de minimizar aquellos mecanismos evaluativos que estandarizan el conocimiento y clasifican masivamente a los estudiantes dentro de parámetros de evaluación igualitarios, desconociendo sus diferencias, sus limitaciones, sus formas y ritmos de aprendizaje.

Por lo anterior, es importante incluir en los procesos evaluativos, instrumentos de valoración que posibiliten la evaluación de los estudiantes según sus particularidades cognitivas, socio afectivas y actitudinales, considerando especialmente los casos de aquellos estudiantes que, dadas sus mismas dificultades, no logran dar cuenta de ellas, como para poder plantearse propósitos y estrategias de mejoramiento.

Al respecto de la evaluación el profesor Francisco Cajiao Restrepo, afirma: “En primer lugar es fundamental que los maestros tengan claro qué esperan que aprendan los alumnos. Esto le facilitará la preparación de sus sesiones de clase, pues podrá centrar la atención en lo importante, y podrá elegir los materiales y actividades más apropiados para que ellos se acerquen a adquirir la información, el método y las habilidades necesarias para el fin propuesto. La evaluación, entonces, tendrá que orientarse a verificar esos objetivos que se estaban buscando.

Estas dos recomendaciones que parecen simples, en realidad no siempre se cumplen, pues en muchas ocasiones las evaluaciones no corresponden a lo que se enseñó, ni son claras en su intención de verificar los aprendizajes centrales que se perseguían”

De otro lado y en torno a la misión de las instituciones educativas, este mismo pedagogo manifiesta que: “La tarea de las instituciones educativas es proveer todos los apoyos necesarios para que cada estudiante pueda ir lo más lejos que sea posible, de acuerdo con sus capacidades, en su formación como un ser humano capaz de llevar una vida autónoma y productiva”.

Así las cosas, es muy importante y necesario, además, replantear las estrategias evaluativas, no se trata de “regalarle la nota al estudiante, de pasarlo”, es cuestión de analizar qué estrategia resulta más eficaz a la hora de “medir” el nivel de conocimiento adquirido por el estudiante.  El principal objetivo del docente ha de ser que el alumno aprenda, que la temática objeto de estudio le haya quedado clara, para ello es importante saberle llegar al estudiante de la manera más acertada posible, sin olvidar la frase del escritor estadounidense Ralph EmersonEl hombre que hace que las cosas difíciles parezcan fáciles, es el verdadero educador”.

De otro lado, es importante recordar que en el proceso evaluativo se tienen en cuenta tres aspectos fundamentales, que no deben confundirse por cuanto sus criterios está claramente definidos, tales aspectos son: COGNITIVO, PROCEDIMENTAL Y ACTITUDINAL.

COGNITIVO: “SABER”. Corresponden al área del saber, es decir, los hechos, fenómenos y conceptos que los estudiantes pueden “aprender”. Dichos contenidos pueden transformarse en aprendizaje si se parte de los conocimientos previos que el estudiante posee, que a su vez se interrelacionan con los otros tipos de contenidos.

PROCEDIMENTAL: “SABER HACER”. Los contenidos procedimentales se refieren al saber hacer. La evaluación de los contenidos procedimentales consiste en verificar el dominio de la habilidad en la práctica. Se evalúa a través de la observación sistemática en actividades hechas en clase.

ACTITUDINAL: “SABER SER”. La evaluación de los contenidos actitudinales está compuesta por elementos conductuales y afectivos. Por lo tanto, su evaluación es compleja, la valoración del profesor NO PUEDE SER SUBJETIVA. Se recomienda para realizar la evaluación de este tipo de contenidos:

Ø  Observar el comportamiento de los alumnos en forma sistemática.
Ø  Observar el comportamiento de los alumnos en diferentes situaciones grupales.
Ø  Cabe resaltar que hay que aprovechar las situaciones difíciles y los momentos de conflicto para evaluar las actitudes.

Se recomienda atender a estos criterios para que el proceso evaluativo deje de ser un aspecto TRAUMÁTICO que persigue sólo una NOTA, y se convierta en la herramienta que nos permite implementar procesos de mejoramiento.